LA NAVIDAD EN SUS MANOS. UNA ESPAÑOLADA EN NAVIDAD
No, no voy a hablar esta semana de la amnistía, ni de las "hazañas" perpetradas por el ínclito juez Castellón, ni del lavado de cerebros realizado pro PP (Partido Parafascista) por nuestro "amigo" Vicentín en su informativo de las nueve en la ultraderechista Antena 3. Mi propósito es hacer una crítica de la película La Navidad en sus manos protagonizada, entre otros, por el inefable Santiago Segura, Ernesto Sevilla, Pablo Chapella y Joaquín Reyes.
Señalemos, en primer lugar qué entendemos cuando nos referimos a "españoladas". Son esas comedias que tuvieron su época dorada en los años 60 y 70 cuando por mor de la absurda censura los españoles solo podíamos ver cintas bélicas laudatorias a "Paquito el chocolatero", folclóricas o comedietas blancas protagonizadas por José Luis Vázquez, Paco Martínez Soria, Alfredo Landa o, más tarde, el duo de Andrés Pajares y Fernando Esteso . Esto último es lo que se conoce como "españoladas". Bajo este término general, nace un subgénero de cintas que con el título de "landismo" son encabezadas en el reparto por Alfredo Landa. Son películas "picantes" como Vente a Alemania, Pepe y similares en las que se hace gala del típico "macho español". Con el tiempo este género fue decayendo hasta nuestros días en los que ha sido resucitado por Santiago Segura a través de sus casposos Torrentes y de las recientes tres películas de Padre no hay más que uno. Lo que yo conozco como "santiagadas".
La presente cinta, que se acogería pues al género de "españoladas" y más en concreto del subgénero de "santiagadas" , relata la historia de como Santa Claus (vulgo Papá Noel) tiene un accidente con su trineo justo cuando va a pasar por la vertical de Madrid (que el director Joaquín Mazón presenta como la Nueva York castiza) y al aterrizar choca con la furgoneta de dos cacos que, dedicados al robo de neumáticos, se encontraban huyendo de la policía. Resultado: el personaje interpretado por Sevilla y el supuesto Papá Noel (Santiago Segura) al hospital. Desgraciadamente, su pronóstico le impide cumplir con la tradición de salir en Nochebuena a repartir los regalos a todos los niños del mundo que se hubiesen portado bien. Ante este problemón, Santa decide que su compañero de habitación (el caco Sevilla, Salva en la cinta, que también tiene un hijo) sea el que se dedique a la ardua tarea o sea que Salva va a tener la "Navidad en sus manos". Si acepta o no el encargo no lo diré. No voy a destripar la película.
Las actuaciones no son nada del otro jueves. El único que sobresale es Santiago Segura que en el papel de Santa está muy, muy, digamos que en plan Torrente. Resulta bastante creíble. Hace, incluso, hasta gracia. Otra cosa es Ernesto Sevilla que, en el papel de Salva, hace lo que puede para salir del paso. Es el papel que le vendría como anillo al dedo al genial Leo Harlem. La chispa que el vallisoletano tiene es algo de lo que carece el manchego. Mención aparte merece la actuación del discapacitado José de Luna (el que odiaba ducharse en la excelente Campeones). Aquí, hablando con el corazón en la mano, hace símplemente el ridículo.
Si por algo destaca la película es, sin duda, por sus efectos especiales. ¿Cómo se hace para que un coche vuele?. ¿O para que haga lo mismo el carro de Santa?. ¿Cómo es posible eso tan rarísimo por el nefasto "calentamiento global" es que nieve en Madrid por más que sea Navidad?. Todos sabemos que si algo está haciendo en la capital de España en esas entrañables fechas es tiempo primaveral casi veraniego. Lo de Filomena fue algo excepcional. Fuera bromas, mis felicitaciones más sinceras sean dadas a los encargados de este tema.
La cinta cumple, en resumidas cuentas, su principal cometido: entretener a la gente menuda que es, a veces, la gente más sensata de la familia y la principal protagonista de la Navidad. Es por ello bastante recomendable si se quiere pasar un buen rato. Tiene un "pero": ¿que hace un personaje estadounidense como Santa en un país en el que los encargados de repartir los regalos son los Reyes Magos?. A la hora de calificarla, yo le doy un total de "cinco" albóndigas (sobre diez). Dicho esto, no me queda sino despedirme con mi particular grito de paz:
¡HASTA LA SEMANA QUE VIENE. CRÁPULAS!

Comentarios
Publicar un comentario