"ASALTO AL PODER", UNA AMERICANADA INVEROSÍMIL

 


Supongo que ustedes estarán hasta las narices de lo qué va a hacer nuestro presidente del Gobierno Pedro Sánchez. Cosa que comunicará el próximo lunes 29 de abril. Para destensar, acabo de ver en RTVE Play una interesante a la par que entretenida película llamada Asalto al poder (2013) donde se produce, una vez más, un asalto al edificio más importante del mundo, la Casa Blanca que es la residencia del presidente de los Estados Unidos. Este es un tema que no nos es muy lejano ya que hace poco fuimos testigo de la toma ilegal de este edificio por los seguidores del líder republicano, el tirano Donald Trump, en su fracasado intento de golpe de estado. 

La cinta trata, como digo, del asalto a la Casa Blanca perpetrado por unos mercenarios que, disfrazados de técnicos electricistas, entran en el edificio. Una vez allí colocan una bomba en el sótano. Mientras tanto John Cale (Channing Tatum) tras recoger a su hija del colegio, se dirige a la Casa Blanca para ser objeto de una entrevista de trabajo que de superarla podría darle un puesto en el Servicio Secreto del presidente. Desgraciadamente no la supera. Cuando ya se dispone a volver a casa y con su hija en los lavabos del sótano estalla la bomba. Comienzan así una hora y tres cuartos de trepidante acción en la que son nombrados dos presidentes, sabemos que en el ajo está su jefe de seguridad (que se jubilaba ese mismo día) y alguien más que no diré para no destripar la película. El motivo del golpe no puede ser más peregrino: la venganza por la muerte del hijo del jefe de seguridad (Kevin) en un operativo fracasado en Oriente Medio. El jefe de seguridad culpa de dicha desgracia al propio presidente. 

El guión es, sin duda, lo más flojo de la película hasta el punto de hacerla completamente inverosímil. Los momentos absurdos son muchos. ¿Cómo son tan imbéciles los terroristas de no ponerse caretas para evitar el ser reconocidos?. ¿Cómo es que tienen tan buena puntería para asesinar al portero de la Casa Blanca, derribar helicópteros,   y tan mala si trata de matar al protagonista?. ¿Cómo es posible que se hagan con tanta facilidad con las poderosas armas del arsenal de la Casa Blanca?. Parece increíble, asimismo, que el presidente salga vivo cuando su limusina se hunde en la piscina del complejo. Todo eso culmina con una escena que no es sino una auténtica "ida de olla" de los guionistas. Me estoy refiriendo al instante en el que la hija John Cale sale enarbolando una bandera azul consiguiendo ella sola detener un ataque aéreo que solo habría producido víctimas. Todo este cúmulo de despropósitos tiene el fin de colocar la verosimilitud al servicio del final feliz.  

Las actuaciones, por su parte, tampoco son nada del otro jueves. Solo destaco a Jaimie Foxx que en el papel de presidente de los Estados Unidos está totalmente convincente. El desconocido Channing Tatum,  en un papel similar al que tuvo Bruce Willis como John McClaine en La Jungla de Cristal no le llega a la altura de los talones. La guapísima Maggie Gyllenhaal, en el rol de la jefa de seguridad que va a sustituir al jubilado implicado en el golpe, hace un gran trabajo así como jovencísima por entonces Joey King al encarnar a Carol Cale (hija de John). 

Si por algo destaca la cinta es por sus excelentes efectos visuales. Somos testigos, una vez más, de cómo se intenta destruir la Casa Blanca. ¿Tanta tirria le tiene Roland Emerich a este edificio?. No es la primera vez que lo intenta. Recordemos que ya había hecho lo mismo en una película anterior: ese bodrio llamado Independence Day filmado en 1996 y protagonizado, entre otros, por un Will Smith que acababa de terminar su trabajo en la famosa serie El Príncipe de Bel-Air. 

La impresión general de la película es que es entretenida. Sus más de dos horas de duración se pasan volando. Esto era el mínimo propósito inicial de Emerich el entretener. Una cinta para no tomársela demasiado en serio y verla con las correspondientes palomitas dada su falta total de verosimilitud. Es, en definitiva, una "americanada" llena de ruido y explosiones a la que, últimamente son tan amigos los estadounidenses. Por ello, este humilde comentarista se ve obligado a calificarla con unas raquíticas cinco albóndigas (sobre diez).   


¡HASTA LA SEMANA QUE VIENE, CRÁPULAS!




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